30 dic 2011

LA MONARQUÍA HACE AGUA

Cuaderno de bitácora. 30 de diciembre de 2011.
La navegación al aproximarnos a este mar gris en que se ha vuelto la sociedad española comienza a ser azaroso. Desde el puesto vigía hemos observado como el blindaje de plomo con el que partidos políticos, medios de comunicación y todos los aquellos que de hecho ostentan el poder en este país habían intentado ocultar la desnudez insustancial de la monarquía borbónica, reinstaurada por el Dictador Franco largo tiempo ha, se resquebraja. El terreno inestable sobre el que se asentaba ha acabado por remover sus cimientos haciendo entrar en fusión su reactor nuclear principal. Reactor obsoleto al que llaman “Casa Real” (una ficción entroncada con la tradición religiosa que los hace poseedores de gracia divina) cuyo sobrecalentamiento no es capaz de detener el esforzado corifeo con sus plañideras que diaria y constantemente bombardean las mismas consignas: “han actuado con prontitud…”, “el rey lo ha dejado muy claro en el mensaje televisivo…”, “ha tomado una decisión antes de que la justicia interviniese…”, “la justicia es igual para todos…”
Todo resulta inútil, el cofre de plomo del silencio, el que blindaba a la familia monárquica contra las críticas ciudadanas que secuestraba libros y publicaciones en las que se destapaban sus nefandas relaciones con especuladores, empresas petrolíferas, negocios armamentísticos y calaña de similares características se viene abajo. La radiactividad emanada comienza a poner en cuestión los argumentos que pretenden una central impoluta e incluso los portadores de la venda en los ojos pueden ver como encubrieron un posible delito desde hace al menos cinco años, algo que un único y solitario juez se ha atrevido a exponer  a la luz, enlazando con los grupos mafiosos que carcomieron los putrefactos gobiernos autonómicos de la Comunidad Valenciana y la Comunidad Balear.
Lo que en un tiempo no muy lejano y feliz, cuando los nuevos ricos en que se habían convertido los españoles se afanaban en desplumar a los inmigrantes y ceñirse los grilletes de las hipotecas, se tomaba por inocentes deslices fruto de la campechanía y la cordialidad, comienza a ser visto no ya como la desnudez del rey, rememorando el viejo cuento, sino como el traje “customizado” con retales de avaricia, impunidad, excesos licenciosos, prevaricación o lucro incesante con el que  la modernidad y su situación de privilegio vestía a los ciudadanos de la “Casa Real”.
Los apagafuegos de turno, esa cohorte de pseudoperiodistas, tertulianos y gente de buen vivir se afanan inútilmente en transmitir las soflamas y loas en honor de la monarquía; arrojan encuestas sin validez alguna, largan argumentos que no encuentran noray de amarre, encallan continuamente contra la escabrosa realidad y mientras tanto se embolsan el dinero que chorrea por la vía de agua que supone el dispendio de mantener a reyes, príncipes, infantas…
Los cuentos, como todos los cuentos, se acaban y a todos aquellos que viven del cuento que no escriben llegará un momento en que, con tanto cuento, no les quedará resuello ni para decir “Te cuento...”
Hemos pues de agradecer al “ciudadano Urdangarín” el no haberse dejado arrastrar por la tendencia natural de su familia al disimulo y a la hipocresía (“Si todos somos ladrones, el delito sólo puede ser que te pillen con la mano en el pastel”), haber sido fiel a sí mismo, arrogante hasta el final, y haber atacado de frente el ímprobo esfuerzo de enriquecerse aún más a costa de las cuentas públicas e incluso privadas, merced a su privilegiada situación.
¡Salud camarada filibustero!

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